Con este artículo queremos aclarar de una vez por todas cómo funciona la licencia directa cuando intervienen subeditores y sociedades de gestión. Las licencias directas hacen inválidas las cobros adicionales. MoosBox protege la música y a los clientes con total transparencia.
Cuando una obra aparece en la base de datos de una sociedad de gestión a través de un subeditor, a menudo se asume que dicha sociedad adquiere automáticamente el derecho a recaudar por su uso público.
Pero el derecho de autor no funciona así. Cuando un autor o editor ya ha concedido una licencia directa y no exclusiva, ese derecho sigue siendo válido y exigible en cualquier territorio.
Ningún subeditor puede “reapropiarse” de un derecho ya ejercido por el titular original, incluso si la obra figura en bases de datos de sociedades o es identificada mediante herramientas de reconocimiento.
En este artículo explicamos con claridad qué son los subeditores, cuáles son los límites de su mandato y por qué las licencias directas, como las que utiliza MoosBox, son hoy la forma más segura, transparente y conforme de utilizar música en entornos comerciales.
Qué hace realmente un subeditor
Entender el papel del subeditor es clave para detectar de dónde nacen muchos malentendidos sobre el derecho de autor.
Un subeditor es un editor “local” que gestiona, dentro de un territorio concreto, los derechos de un catálogo musical extranjero en virtud de un acuerdo con el editor original. Su función es promover las obras, recaudar regalías y mantener las relaciones con la sociedad de gestión del territorio.
En muchos países, las sociedades de gestión tienden a tratar estos acuerdos editoriales como exclusivos, asignando al subeditor un rol exclusivista dentro del territorio.
Sin embargo, ese mandato se aplica solo si el autor ha transferido efectivamente esos derechos exclusivos.
Si el autor o el editor original ha decidido conservar la libertad de otorgar licencias directas a nivel mundial, el subeditor no puede reclamar exclusividad.
Su acuerdo con la sociedad de gestión es válido solo para las obras que no hayan sido ya licenciadas directamente.
Cuando existe una licencia directa, cualquier cobro adicional se convierte en una duplicación sin base legal.
💡 ¿Lo sabías?
Si el autor no ha concedido derechos exclusivos a un subeditor, la sociedad de gestión no puede recaudar.
Rige la licencia directa, válida y exigible en todo el mundo.
Un ejemplo práctico
👉 Un autor publica una obra y otorga una licencia directa para su uso en tiendas y locales.
👉 Un subeditor registra esa misma obra en una sociedad de gestión, declarando su representación en el territorio.
👉 Durante una inspección, la sociedad sostiene que ese registro le confiere el derecho a recaudar. Pero ese derecho ya ha sido ejercido directamente por el titular: el subeditor (y, por extensión, la sociedad) no puede cobrar por un uso que ya está licenciado.
El principio de la no exclusividad
Las sociedades estadounidenses como referencia
En Estados Unidos, organizaciones como ASCAP, BMI y SESAC operan legalmente de forma no exclusiva. Sus miembros pueden emitir licencias directas a terceros en cualquier parte del mundo. Si una obra ha sido licenciada directamente para uso comercial, ninguna otra sociedad de gestión puede cobrar nuevamente en nombre de subeditores de otros países.
Exigibilidad de las licencias directas
Una licencia directa es un acuerdo entre el titular de derechos y el usuario, plenamente oponible frente a terceros conforme a los principios del derecho internacional de autor. Una vez concedida la licencia directa, ningún mandato posterior puede anular sus efectos ni generar una doble recaudación.
Dónde pueden surgir conflictos
Un artista independiente firma una licencia directa para el uso de su música en espacios comerciales. Un subeditor registra la misma obra en una sociedad de gestión, reclamando representación territorial. Durante una inspección, la sociedad alega que, por tratarse de contratos “exclusivos”, puede recaudar en ese territorio.
El problema es que el registro en una sociedad de gestión no crea derechos nuevos: es solo un mandato de representación, válido mientras no exista una licencia directa. Cuando la licencia directa es anterior, la recaudación colectiva no puede prevalecer. El uso ya está cubierto por un acuerdo válido, trazable y exigible.
Cómo gestionamos reclamaciones de subeditores
Cuando se reporta una obra o un posible conflicto con un subeditor, MoosBox gestiona directamente la verificación y la respuesta a través de su Collector designada. El cliente no debe hacer nada: nuestro equipo legal sigue todo el procedimiento junto con la Collector, de forma documentada y transparente.
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Cada titular contratado por nuestra Collector está obligado por contrato a mantener actualizada su información sobre pertenencia a sociedades de gestión o acuerdos editoriales exclusivos que puedan interferir con la licencia directa.
Esta obligación forma parte de los acuerdos de licencia directa que rigen nuestra biblioteca musical. -
Todas las obras utilizadas por MoosBox proceden de titulares que han confirmado por escrito que no están representados por ninguna sociedad de gestión exclusiva, o que están representados únicamente por organizaciones estadounidenses no exclusivas (como ASCAP, BMI o SESAC).
Estas organizaciones deben permitir legalmente que sus miembros otorguen licencias directas válidas en todo el mundo, por lo que cualquier doble recaudación basada en acuerdos recíprocos o de subedición resulta inválida.
Bajo estas condiciones contractuales, ningún subeditor puede reclamar legítimamente regalías por obras reproducidas a través de MoosBox. Si una sociedad de gestión o un agente plantea dudas, MoosBox — a través de su Collector — emite una respuesta oficial por escrito que acredita la validez de la licencia directa y la plena conformidad del servicio.
El cliente está protegido al 100%: basta con informarnos de la inspección y nosotros gestionaremos todo con la Collector, proporcionando respuestas formales, trazables y sólidas jurídicamente.
Shazam y otras herramientas engañosas
Algunas inspecciones se apoyan en apps de reconocimiento como Shazam para vincular obras a sociedades de gestión. Sin embargo, sus propias condiciones prohíben el uso con fines comerciales o de monitorización. Que una obra sea identificada no demuestra titularidad ni representación. Solo los contratos y las licencias directas prueban quién tiene los derechos y quién puede autorizar el uso de la música.
Preguntas frecuentes
¿Qué pasa si una obra también está registrada por un subeditor en una sociedad de gestión?
El registro no cambia la naturaleza del derecho. Si existe una licencia directa válida, esa licencia siempre prevalece.
¿Quién decide en caso de conflicto entre una licencia directa y un subeditor?
Las sociedades de gestión deben revisar los contratos y respetar las licencias directas existentes. Ninguna inspección puede anular un acuerdo legítimo entre titular y usuario.
¿Debo pagar igualmente a una sociedad “por si acaso”?
No. Pagar dos veces por el mismo derecho supone duplicar un uso ya cubierto por una licencia válida, sin base jurídica.
Conclusión
Las licencias directas aportan transparencia, sencillez y trazabilidad (puedes ampliar en nuestro artículo sobre licencias directas). Gracias a un sistema contractual internacional y verificado, MoosBox protege plenamente a sus clientes, evitando cualquier riesgo de doble recaudación o conflicto con subeditores en cualquier parte del mundo.
En un sector donde demasiados intermediarios complican lo que debería ser simple, elegimos el camino más claro: música con licencia directa, un solo contrato, cero confusión.
Elige la música adecuada y céntrate en tu negocio.
Con la Licencia Directa de MoosBox, nosotros nos encargamos del resto.
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